Los números complejos nacieron como idea en la antigüedad, pero en aquella época todo número menor a 0 no se estudiaba, ya que los griegos (quienes eran los más avanzados en conocimiento), pensaban que los únicos números que valía la pena estudiar eran los números naturales, ya que el resto de números no se podía representar de forma geométrica. Tuvo que pasar mucho tiempo para que los números negativos fueran estudiados, y un poco más para que aparecieran los números complejos.
El primer libro que habló de los números complejos fue el "Ars Magma", de el médico y matemático Girolamo Cardamo en 1545. La historia de como llegó a publicar este libro puede resultar interesante. En el siglo XVI había la tradición de que cuando 2 matemáticos tenían problemas estos se batían a un duelo, donde se daban problemas mutuamente y perdía el que no pudiera resolver el problema planteado por su oponente. La historia habla de un amigo de Cardamo, quien se llamaba Niccolò Fontana (también conocido como Tartaglia), quien para poder ganar uno de estos duelos encontró una formula para poder resolver ecuaciones cúbicas, esta formula ocupaba los números complejos y ésta lo hizo ser el ganador del duelo.
Girolamo Cardamo
Tiempo después, durante una conversación con Cardamo, Tartaglia le reveló su formula, haciéndole jurar que la mantendría en secreto. Pero tiempo después de ver que Tartaglia no la hacía pública, y que a Cardamo le llegara un escrito de un matemático que hablaba de esta fórmula fechada antes que Tartaglia la descubriera, Cardamo decidió publicar su libro "Ars Magma".
Aun así, quien puede ser llamado el padre de los números complejos es el italiano Rafael Bombelli, quien, inspirado en el libro de Cardamo, decidió estudiar estos nuevos números para darles una estructura más solida, dándole forma a la suma y multiplicación de estos números.
Finalmente, Leonhar Euler, en 1777, fue quien les dio la importancia que se merecen estos números, nombrándolos con la letra "i".